Lo único que nos detiene es nuestra voluntad.
- Capítulo 14:
Esa noche, la guardia derribó a Mauricio Babilonia cuando levantaba las Tejas para entrar al baño donde Meme lo esperaba, desnuda y temblando de amor entre los alacranes y las mariposas, como lo había hecho casi todas las noches de los últimos meses. Un proyectil incrustado en la columna vertebral lo redujo a cama por el resto de su vida. Murió de viejo, pero no en soledad, porque al final de sus días llegó Meme vestida de hábito con una maleta con tres mudas de ropa. Cuidó de él sin decir una sola palabra. Cuando él falleció, también lo hicieron las mariposas amarillas.
- Capítulo 15:
A los seis meses de encierro, en vista de que los militares se habían ido de Macondo, Aureliano Segundo quitó el candado buscando alguien con quien conversar mientras pasaba la lluvia. Desde que abrió la puerta se sintió agredido por la pestilencia de las bacinillas que estaban puestas en el suelo, y todas muchas veces ocupadas. José Arcadio Segundo, devorado por el pelambre, indiferente al aire enrarecido por los vapores nauseabundos, seguía leyendo los pergaminos ininteligibles.Más papeles se encontraban arrumados cerca de él, como arropándole para que no sucumbiera al frío del cuarto. Estaba iluminado por un resplandor seráfico. Apenas levantó la vista cuando sintió abrirse la puerta, pero su hermano le bastó aquella mirada para ver repetido en ella el destino irreparable del bisabuelo.
-Ya tengo las pruebas.-dijo José Arcadio Segundo.- Tengo las pruebas de que eran tres más de tres mil los que estaban en la estación.
- Capítulo 16: